La Misión Internacional Independiente de Determinación de los Hechos de la ONU presentó este martes en Ginebra su más reciente informe sobre la situación de derechos humanos en Venezuela, en el que identifica los patrones de conducta en los métodos de tortura utilizados por funcionarios de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM), tanto por hombres como mujeres, contra las personas detenidas.
El patrón es el siguiente:
Violencia física:
• Fuertes golpes con bates y objetos punzantes;
• Descargas eléctricas en partes sensibles del cuerpo;
• Asfixia con sustancias tóxicas y agua;
• Cortes y mutilaciones, incluso en la planta de los pies y debajo de las uñas;
• Esposas excesivamente apretadas;
• Posiciones de tensión conocidas como “el pulpo” y “crucifixiones”;
• Uso de un aparato llamado “señorita”, para levantar y deformar cuerpos y bajarlos a tanques de agua.
Violencia sexual y de género:
• Violación con objetos;
• Amenazas de violación;
• Desnudez forzada, incluso durante actos de tortura;
• Golpes dirigidos a los genitales;
• Descargas eléctricas en los genitales;
Condiciones de detención:
• Privación de alimentos y agua;
• Comer del suelo;
• Iluminación constante u oscuridad constante;
• Calor o frío extremos;
• Falta de acceso a los aseos;
• Denegación de tratamiento médico;
• Alimentación forzada de heces y vómitos.
Violencia psicológica y otros
• Amenazas de muerte y de violación hacia la víctima y a sus familiares;
• Simulación o tortura real de otras personas detenidas;
• Períodos prolongados de aislamiento y confinamiento solitario;
• Administración de drogas supuestamente para obtener confesiones;
• Amenazas con animales vivos, incluso con perros.
También detalla el informe que, en algunos casos «estos actos provocaron lesiones físicas graves y/o permanentes en las víctimas. Los casos identificados por la Misión incluían la pérdida de funciones sensoriales o motoras, lesiones reproductivas (tales como daños permanentes en los testículos), un embarazo perdido, sangre en la orina y costillas rotas, entre otros. Estos actos también provocaron traumas psicológicos graves y depresión. Las personas detenidas declararon sufrir estrés postraumático y tener pesadillas recurrentes. Al menos tres personas intentaron suicidarse durante su detención«.
«En varios de los casos investigados, las víctimas no fueron llevadas a un/a profesional médico/a antes de su comparecencia inicial ante el tribunal. En muchos casos, los profesionales médicos del Servicio Nacional de Medicina y Ciencias Forenses (SENAMECF) evaluaron a las personas detenidas y certificaron que estaban en buen estado físico, a pesar de que tenían lesiones visibles. También se obligó a algunas víctimas a firmar documentos en los que se declaraba que estaban en buen estado físico. En algunos casos, las evaluaciones forenses se hicieron días o meses después de que se llevara a cabo la tortura y cuando las heridas ya se habían curado. Esto incluye a un detenido que no recibió atención médica hasta varios meses después de haber sido torturado», agrega el informe.
Señalan que «los testigos también informaron del uso de duras medidas disciplinarias tras la reclusión. En algunos casos examinados, las personas también fueron sometidas a castigos severos mientras esperaban el juicio, incluidas represalias en caso de que se quejaran. Las personas detenidas también sufrían este tipo de maltrato si otras personas eran sorprendidas infringiendo las normas«.
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