Más de 10,8 millones de personas dentro y fuera de Portugal están llamadas a votar este domingo en las segundas elecciones legislativas en poco más de un año y en las cuartas en el último lustro, en un país con tasas de abstención tradicionalmente elevadas y con la vista puesta en los indecisos.
En la recta final de la campaña, los candidatos animaron a los ciudadanos a sufragar en aras de la estabilidad, pese al hartazgo de los portugueses ante tanta cita electoral, como el primer ministro en funciones, Luís Montenegro, admitió el viernes.
Por lo pronto, las tasas de participación fueron altas en el voto anticipado por movilidad el domingo pasado, cuando el 94,45 % de los 330.347 inscritos depositaron su papeleta.
Según el sondeo publicado el jueves por los medios Público, RTP y Antena 1, realizado por la Universidad Católica, la coalición de centroderecha de Montenegro, AD, ganaría con el 34 % de los sufragios; frente al 26 % de los socialistas, liderados por Pedro Nuno Santos; seguidos del partido de extrema derecha Chega, de André Ventura, con el 19 %.
Este estudio no ha tomado en cuenta los recientes problemas de salud del político ultra y su posible impacto en los resultados.
El número de indecisos, de acuerdo a esa encuesta, sería del 12 % y quienes afirman que van a votar o ya lo han hecho son el 81 %.
No es el caso de António Lemos, padre de familia que mañana no irá a las urnas, porque cree que «no vale la pena».
«El país no cambia, estamos siempre con el Partido Socialista o el Partido Social Demócrata» de Montenegro, dijo a EFE este jardinero de 48 años, que no ve en las fuerzas mayoritarias la solución a los bajos salarios.
Elisabet Silva dejó de ir a votar «hace tres o cuatro años», porque no confía en que los políticos mejoren su situación: Cobra 450 euros de pensión, paga 500 de alquiler y no recibe ninguna ayuda.
«Antes por lo menos tenía dos brazos para trabajar», lamentó a EFE esta mujer de 67 años, mientras enseñaba las manos, visiblemente deterioradas por una artrosis que no se trató a tiempo.
La politóloga Ana Rezende-Matias, coautora del libro ‘El Electorado Portugués en el Siglo XXI’ (2024), describe al abstencionista típico luso como menor de 35 años, sin interés por la política y desencantado con los partidos.
En declaraciones a EFE, Rezende-Matias auguró que va a haber menos afluencia a los centros electorales frente a citas anteriores: «Estas elecciones tendrán en principio menos participación que las del año pasado por una serie de motivos no solo relacionados con la proximidad de las anteriores elecciones», reflexionó.
Recordó que en 2024 hubo comicios legislativo en marzo y europeos en junio, y que en los próximos doce meses habrá municipales y presidenciales, que pueden provocar «un cansancio electoral», que en su opinión, puede desmovilizar al electorado.
Leonor, una administrativa de 34 años y de ascendencia angoleña, es una de esas votantes desmovilizadas, aunque en su caso es por el «rechazo» que siente hacia la política y sus protagonistas.
«La última vez que voté fue antes de la pandemia y no pienso repetir», declaró a EFE, antes de marcharse calle abajo y pasar bajo un póster electoral con el mensaje ‘Vota’ tachado con tinta negra.
Estos ciudadanos forman parte de los 4,3 millones de portugueses que se abstuvieron en las legislativas de 2024, un grupo que, pese a reducirse en los comicios parlamentarios del año pasado y de 2022, ha crecido más de cinco puntos porcentuales desde 2005 (35,74 frente a 41,1 %).
El experto João António, director del Centro de Estudios y Sondeos de Opinión Pública (CESOP) de la Universidad Católica Portuguesa, atribuye este aumento de la abstención no tanto a una mayor apatía del electorado, sino a un ensanchamiento del mismo porque ahora la inscripción en el censo es automática.
Preguntado por si la participación cambiará esta vez, el analista afirmó que los sondeos no permiten preverlo, pero añadió que «personalmente» se quedaría «estupefacto» si subiese.
EFE / Carlos Caselles Calle