Rumanía afronta mañana domingo una segunda y definitiva vuelta presidencial incierta y polarizada, con el ultranacionalista George Simion como favorito, pero con indicios de que el proeuropeo Nicusor Dan ha recortado distancias en el tramo final de campaña.
Algunas de las encuestas más recientes incluso sitúan a Dan por delante, aunque en un país donde los sondeos han fallado de forma clara en citas anteriores, estos datos deben tomarse con cautela.
Simion, líder de la Alianza para la Unión de los Rumanos (AUR), obtuvo casi el 41 % en la primera vuelta celebrada el 4 de mayo al explotar el voto protesta contra las formaciones tradicionales en el Gobierno, un resultado que casi duplicó el de Dan.
El candidato ultra ha prometido congelar la ayuda militar a Ucrania, país con el que Rumanía comparte unos 600 kilómetros de frontera, y defender una política «soberanista» ante la Unión Europea, de la que forma parte desde 2007.
Crisis política
La votación llega en medio de una situación institucional inédita, con un presidente y un gobierno interinos.
La mayor crisis política en Rumanía desde la caída del comunismo estalló el pasado noviembre cuando Calin Georgescu, un candidato poco conocido, ganó la primera vuelta presidencial gracias a una campaña en redes sociales. Tras denuncias de injerencia rusa y financiación irregular, el Tribunal Supremo anuló la elección.
Georgescu ha sido vetado para presentarse a esta repetición electoral.
Simion, que se declara heredero de la candidatura de Georgescu, ha cometido importantes errores de comunicación que le pasaron factura en las últimas dos semanas, explica a EFE Oana Popescu-Zamfir, directora del think tank ‘Global Focus’.
El líder de AUR, que defiende ideas ultraconservadoras e irredentistas, rechazó participar en debates con su oponente, reconoció que una de sus promesas estrella -construir un millón de viviendas que se venderían a 35.000 euros- era inviable y admitió que la lanzó solo para atraer atención.
También ha caído en una espiral de insultos a periodistas y al propio Dan, a quien llamó «autista», provocando la protesta de asociaciones de familiares de personas con ese trastorno.
Mensajes contradictorios
A esto se sumó que en un podcast de una figura conservadora estadounidense celebró que Washington mantuviera la obligación de visado para los rumanos, una postura que incluso sus simpatizantes consideraron contradictoria con su supuesto patriotismo.
«Sus declaraciones son a veces muy conflictivas, dice una cosa hoy y otra mañana. No es la primera vez que lo que dice no tiene mucho sentido. Y creo que ha perdido mucho por esto, porque ha intentado conservar el voto radical al tiempo que buscaba el apoyo de los moderados», explica Popescu-Zamfir.
Dan, un político independiente de 55 años, matemático y actual alcalde de Bucarest, ha mantenido un perfil más institucional.
Aunque sus dificultades de comunicación y su tono frío siguen siendo un lastre para conectar con una parte del electorado, ha recibido el respaldo de sectores moderados y de dos partidos tradicionales -el conservador Partido Nacional Liberal y la formación de la minoría húngara- que buscan frenar el auge del extremismo.
También cuenta con el apoyo de una plataforma de intelectuales, artistas y personalidades de la vida pública.
Trump, Meloni y Le Pen
El clima de polarización ha dominado la campaña. Simion denunció sin pruebas un presunto fraude en el voto del exterior, que comenzó el viernes, en una maniobra que recuerda la estrategia de Donald Trump, a quien el líder de AUR admira.
La acusación ha sido rechazada por las autoridades rumanas.
En política exterior, las diferencias también se han hecho evidentes.
Simion ha elogiado a Trump, ha viajado a Italia para reunirse con la primera ministra Giorgia Meloni, a la que pone como ejemplo, y el jueves hizo unas declaraciones polémicas en la televisión francesa CNews, donde acusó a Francia de haber «perdido su relación con Dios» y comparó su sistema político con el de Irán por la inhabilitación como candidata de su aliada, la ultranacionalista Marine Le Pen.
Por su parte, Dan habló con el presidente Emmanuel Macron, quien le apoyó y destacó la importancia de estas elecciones para toda Europa y, en especial, para la vecina Moldavia.
Simion tiene prohibida la entrada en Moldavia y Ucrania porque sus ideas irredentistas defienden la anexión de Moldavia y de parte de Ucrania como parte de una ‘Gran Rumanía’.
Una posible victoria de Simion ha causado preocupación en Bruselas y en los mercados.
Su discurso mezcla propuestas contradictorias: recortes radicales de gasto, nacionalizaciones, ataques a la prensa, guiños ultraconservadores y promesas de restaurar un «orden tradicional». Todo ello sin un programa económico coherente y con señales de improvisación constante.
Desigualdad y malestar
Mientras tanto, el país sigue marcado por profundas desigualdades económicas y sociales, una inflación persistente del 5,5 % y el desencanto de gran parte de los ciudadanos con los partidos tradicionales, vistos como corruptos.
Ese malestar es el que ha catapultado a Simion como expresión de un voto protesta especialmente fuerte en las regiones más pobres y rurales.
Ese voto protesta ha generado una movilización entre la población urbana y proeuropea que respalda a Dan como un mal menor frente a Simion.
EFE / Alexandra Spanu y Luis Lidón