Un jubilado español de 78 años denunció ante la Policía haber perdido todos sus ahorros, víctima de una ‘estafa del amor’ creada con Inteligencia Artificial (IA). José Ignacio Villameriel creía estar conociendo a una supuesta doctora de Kazajistán y, en apenas tres meses, le envió 8.800 euros.
Este pensionado, residente en la provincia de Alicante, en la costa mediterrránea española, tras pasar diversos avatares en su vida se quedó viudo de su segunda mujer en 2022, lo que le hizo caer en una depresión, por la que estuvo dos años en terapia.
Cuando acabó la terapia, le aconsejaron conocer gente. Entonces descubrió las redes sociales y los chats. Y un día que recuerda con claridad, el 11 de noviembre de 2024, recibió un correo de una chica, Ainur, que se presentaba como médica, de 43 años, de Kazajistán y que buscaba una relación seria.
«Un amigo me advirtió del intento de fraude y le mandé a la porra»
Un amigo de José Ignacio intentó advertirle del fraude, pero «le mandé a la porra, rompí con él», cuenta. La pareja se comunicaba por correo electrónico y se mandaba fotos durante varias semanas hasta que llegó la primera petición de dinero por parte de ella.
A mediados de diciembre pasado, la supuesta novia le dijo que iba a venir a España, pero que le faltaban unos 2.000 euros. Él se los envió. Después le pidió otros 2.000. Y más tarde le dijo que necesitaba hacer un depósito bancario de 10.000 euros que exigía presuntamente el Gobierno de Kazajistán para asegurarse de que volvía a su país tras su estancia en España.
Entonces, José Ignacio vendió a un familiar la parte del piso que tenía en propiedad en Benidorm, herencia de su esposa. Los 4.400 euros que consiguió como primer pago de la vivienda fueron íntegros a la supuesta médica.
Cuando por fin parecía que Ainur venía a España, José Ignacio tomó un autobús para ir a recogerla al aeropuerto de Madrid.
De camino recibió un nuevo correo de la ‘doctora’ diciéndole que la habían detenido porque le habían requisado en el aeródromo de su país un icono de su familia, una obra de arte que no podía salir de Kazajistán. Además, le contaba que tenía que pagar una multa o sería condenada a prisión.
Fue cuando José Ignacio, que comenzaba a sospechar, acudió a la Policía y le confirmaron que se trataba de una estafa. Y que las fotos y el vídeo que había recibido eran de una mujer que no existía, había sido creada por Inteligencia Artificial.
Ahora, la víctima vive en un piso en Alicante con otros tres jubilados. Y avisa a otras personas para que no caigan en la trampa y recomienda: «Si conoces a alguien, tócale las manos, que puedas ver a la persona enfrente».
Por Miguelina Galiano / EFE